Cávea

 


Little Odessa

Todo el día contemplan el mar
y juegan al ajedrez
por grupos de cinco o siete,
y hacen trampas, se enfadan,
se quedan solos fumando.
Algo habrá que ganar
en la discusión, algún trago,
un emotivo abrazo de disculpa,
reconciliarse frente al mar.

Vinieron de lejos para esto.
Han traído su mendicidad
a la puerta de los Mac Donald's,
entre las corbatas de los ejecutivos
de Wall Street, y se sienten ellos
también elegantes estafadores.

Para ellos tiene la esperanza
algo de venganza en los billetes
de la propina y en la sonrisa
de los vendedores de la Quinta Avenida,
pequeños paraísos del desdén,
llegada la hora, pero el metro retumba
en sus casas y la luz que les desvela
trae imágenes de tierra helada
de las afueras de Moscú, bosques
en la humildad de los domingos,
y cada palabra es por un instante
reconocible en el calor de las sábanas,
antes de cargar con la faena
de las calles que son su destierro.